viernes, 9 de octubre de 2009

Islandia (2) Reykjavík

Cuando se llega a Keflavík (porque el aeropuerto de Reykjavík es para vuelos nacionales y el aeropuerto internacional se encuentra un poco más al sur) lo primero que llama la atención es lo pequeñito que es. No nos hicieron control al entrar, los islandeses son confiados hasta límites insospechados.

Más tarde coges el Flybus, si no tienes coche allí. Flybus es
un servicio que ofrecen los de Reykjavík Excursions para llevarte a cualquier punto de Reykjavík, igual a la estación central como a algún otro hotel. Además hacen excursiones interesantes, unas más lejos y otras más cercanas.

Los islandeses disfrutan de una de las lenguas mejor conservadas. Cuidan con mimo su lengua de manera que varía poco, dicen que pueden leer las Eddas directamente al contrario que sus vecinos noruegos. En contra se tiene que incluso para sus hijos el idioma es difícil de aprender. Sin embargo, los significados de los nombres no se pierden, como puede pasar en otros idiomas.

Así Vík significa Bahía, y Reykjavík significa la Bahía de las fumarolas.

Después de un día tan accidentado, desayunamos en el apartamento. La verdad es que no estaba mal el desayuno incluído, teníamos zumo, tostadas, queso. Lo básico, además de una cocinita.


Salimos a descubrir la ciudad. La calle principal de Reykjavík se llama Laugavegur y estaba cerca de nuestro apartamento de reemplazo. Es una de las calles más viejas de Reykjavík central, Islandia de las compras. Lo cierto es que sorprende la cantidad de tiendas que hay en Reykjavík, teniendo en cuenta que son unos 170000 habitantes. El nombre significa el camino de la piscina. Se utilizó para llegar a las aguas termales en Laugardalur donde antiguamente las mujeres de Reykjavík lavaban. Además d
e tiendas, es el centro
nocturno de la ciudad, y los viernes y los sábados se pueden tomar copas al sol de medianoche.

También sorprenderá que todas las maniquís tienen el cabello negro azabache, artificial y artificioso. Negro de bote, supongo que de alguna manera lo describirán los islandeses.
Encontramos por el camino el homenaje a la madre. En este país, ser madre
soltera es casi un honor. La sociedad honra a aquellas chic
as que tienen un bebé solas, y les ayuda
verdaderamente. Luego no es raro, sino bastante habitual, encontrarse a madres de 18 y 19 años. Allí nadie les dice que quedarse embarazadas tan jóvenes y fuera de una relación estable es echar a perder sus vidas. Al contrario, siguen con sus estudios.

Más adelante, llegamos al lago Tjörnin (literalmente la laguna). Aquí empezamos a ve
r algunas aves de las muchísimas que veremos en Islandia. Curiosamente, como
observó Álvaro, ninguna tiene un pelaje feo o ralo. Todo lo contrario, todo es tupido (los árboles, las plumas, el pelo de los gatos, perros no vimos, más tarde contaré por qué). Yo pienso que es estrictamente selección natural, debido al frío el que no tenga un p
elo bonito va al hoyo.

Al otro lado está el ayuntamiento, que da esa imagen de modernidad de los últimos tiempos, la última conquista vikinga (por ahora). La prosperidad económica ha venido hace muy pocos años, gracias a la banca principalmente. Por eso sufren tanto la crisis. Pero no os preocupéis, es un pueblo recio y lo superará, como superan el agua helada, el agua que hierve, las nevadas, las riadas, las erupciones, el vivir sobre la Falla Atlántica. Sus sagas cuentan que fueron los rebeldes que no quisieron someterse a un rey noruego gruñón y absoluto, y huyeron a la tierra inhóspita de Islandia. Y la sometieron.

El ayuntamiento, o Ráðhús Reykjavíkur, aloja un mapa impresionante en 3D de
Islandia, que te dejan mirar y tocar sin cuidado. Otro rasgo interesante de esta gente es el poco cuidado que gastan con estas cosas, porque todo el mundo mira por todo el mundo. No está prohibido tocar, no está prohibido entrar.

Visita obligada también a Alþingishúsið, el parlamento, diseñada por el danés Ferdinand Meldahl y construída con doralita. También alberga la Galería Nacional Islandesa. La doralita es una piedra volcánica negra muy característica.

La visita por la ciudad se alarga y vas descubriendo lugares ocultos de Reykjavík. Eventualmente llegamos al puerto, salen barcos para avistar ballenas. Cogemos uno, vemos frailecillos en la isla de los frailecillos, los delfines bailan con nosotros, y a lo lejos, una cola de ballena se levanta majestuosa e inalcanzable. Pescamos también, y es fácil la pesca. En menos de diez minutos hemos llenado la cesta.

Ya por la tarde, nos quedan cosas por ver. El eterno atardecer de Islandia mientras nos adentramos en un "barco vikingo". Los homenajes a sus descubridores. La iglesia Hallgrímskirkja, o la iglesia de Hallgrímur (poeta islandés bien conocido por sus himnos), que es la mayor iglesia de Islandia. Delante de ella se encuentra Leif Eriksson, apodado El afortunado Leifr hinn heppni. Explorador vikingo, considerado como uno de los primeros europeos que llegó a América del Norte. Nacido en Islandia, Leif fue el segundo de los hijos del explorador Erik el Rojo, quien hacia el año fundó el primer asentamiento vikingo en Groenlandia, poco después de haber sido exiliado de Islandia. Alrededor del año 1000, guiado por los relatos del c
omerciante Bjarni Herjólfsson, se dirigió hacia el oeste y pasó un invierno en una tierra a la que denominó Vinland y que describió como abundante en salmones y pastizales. Su campamento constituiría el primer asentamiento europeo en América, quinientos años antes que Cristóbal Colón.

Por supuesto, todavía fuimos un poco más allá y descubrimos un lugar llamado Perlan (la Perla), precioso monumento/centro comercial con un géyser artificial en su interior. Allí nos dieron el 4x4 y nos fuimos a casa.

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