domingo, 30 de agosto de 2009

Islandia (1) El viaje de ida, o como tener mucha suerte con los vuelos y la policía

Mucha suerte, o casi milagro.

César y yo teníamos el plan bien trazado. César llegaba a casa y sobre las 6 nos íbamos al aeropuerto, donde facturábamos la maleta con Ryanair hacia Alicante (pretendíamos reclamar más tarde la tarifa). Pero a mí no me gustaba desde el principio la idea de que César saliese, ni aún un ratito, y tenía razón. Y cuando escuché la voz de César en la calle "¡que ya estoy aquí!", me dí cuenta de la razón que tenía... Y es que para que le oiga en la calle desde un décimo piso, hay que gritar mucho.

Llamó al portero, le abrí, le abrí la puerta del piso. Afortunadamente, creo que mis compañeras de piso no estaban. "Traes un pedo de colores". Por su cara vi cómo se planteaba la posibilidad de mentir, pero al final se dio por vencido. "No veas". Para variar, Chechu y Toufik le liaron, le liaron. Por lo visto, al que le hablaba era a Chechu.

Corrimos, corrimos, pero no llegamos más que a coger el vuelo y ni pensar en facturar. Ya se sabe cómo se las gastan en Ryanair con las maletas de mano. De hecho, yo pensaba que no pasábamos ni el control, porque yo había echado geles y cremas protectoras en la maleta de la tienda de campaña, y estrictamente mirado, los palos de la tienda son "objetos contundentes" y no pasarían el control.

Pero aunque nos quitaron los botes del súper peligroso líquido (nosotros poniendo cara de ser tontos y de no haber oído nunca la palabra terrorismo) la tienda de campaña nos la permitieron pasar... Se conoce que dentro no te venden tiendas y sí "líquidos súper peligrosos". Algún día pondré cómo se puede fabricar un cóctel Molotov con lo que te venden en el Duty Free, sólo para fastidiar. Y el día que prohíban el Chivas de 7 años... bueno, ese día no llegará porque hay demasiados intereses en juego.

Se alinearon los planetas también en la puerta de embarque. El chaval nos dijo que no podíamos llevar tres maletas, y menos tan grandes. "Es que se nos va el vuelo", le lloramos un poco y nos dejó pasar. La azafata se enfadó un poquillo por tener que decirnos ella que no. Pero al final nos bajaron el equipaje a la bodega (¡gratis!) y ahí se acabó esta primera parte de la saga.

Cuando llegamos a Alicante, César tenía el capricho de comprarse un ordenador portátil en el Carrefour que había visto. Ya estaba cogiendo el bus cuando le llamé. "Oye, que mi madre dice que el 15 de Agosto está todo cerrado y que ni lo intentemos". Volvió, y así le pasamos la desgracia, momentáneamente, a nuestros compañeritos.

Porque uno de ellos, que además era menor, tenía tanto el DNI como el pasaporte caducado. Había intentado sacarse el pasaporte de 6 meses en Barajas, pero como no partía al extranjero desde Alicante, no se lo hacían, y en la comisaría de Alicante tampoco lo hacían. Además, al ser 15 de Agosto, la mayoría de las comisarías andaban cerradas... Al final decidieron arriesgarse e ir a Alicante a intentarlo por lo menos.

César y yo estábamos muy cansados así que nos dormimos nada más entrar en el avión. Yo sí sentí que se abortaba el despegue, pero pensé que ya despegaríamos. Cuando desperté tres horas más tarde, todavía estábamos en Alicante. Una avería que al final se solucionó en 10 minutos + 3 horas de traer el mecánico desde su casa.

Cuando ya llegamos a Reykjavík, y además sabíamos que nuestros compañeros habían cogido satisfactoriamente el vuelo, ya pensábamos que nos restaba sólo la cama... Craso error. No había nadie en la recepción. Había algunas llaves con post-it con nombres, pero en nuestro nombre decía: "Please call XXXXXX". Nos reubicaron en otro apartamento, no había manera de avisar a los compañeros más que con otro post-it... Mención aparte el taxista que nos mandaron, que no sabía inglés y que por lo tanto no nos sabía decir a dónde nos llevaban.

Al día siguiente me pareció increíble que estuviésemos todos juntos en Islandia.

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